OMNIPOTENCIA NERD II (Supremacía)

Dos semanas después de dónde os dejé, el Comando Nerd estaba definitivamente formado. Tan sólo éramos doce elementos, diez «hombres» y dos mujeres, tan faltos de habilidad física como sobrados de la capacidad de persuadir. Nuestro propósito seguía siendo doblegar a la masa normal (y por lo tanto, no pensante) a base de sumir su ánimo en la más oscura de las alcantarillas. Debíamos aspirar al máximo, a que toda esa turba que nos había mirado con reprobación, obedeciera ahora cualquiera de nuestras órdenes tontilocas.

Al principio estaban consternados y rabiosos, sus minúsculos y convencionales cerebros no alcanzaban a entender que la mitad del barrio estuviera encerrada en su casa y la otra mitad estuviera llorando en las iglesias. Excepto nosotros, claro. Su depresión nos alimentaba y nuestra alegría les resultaba descorazonadora e incomprensible. Comenzaron a temernos; en cuanto veían u oían nuestras carcajadas huían a esconderse bajo el ala de sus mariditos, sus mamaítas y demás ralea. Muy poco tiempo tardamos en apoderarnos de las calles, nadie osaba asomar el hocico por nuestro territorio. El rumor de nuestro poder se extendió a otros barrios, cual «metástasis de la bajona» (así nos gustaba llamar al mal que creábamos) y el que osaba poner un pie allí, nos preguntaba confundido hasta que, una vez deprimido, reculaba hasta su barrio de mierda en una suerte de moonwalk frenético. Algunos (los menos) se unían a nuestro ejército. Ellos lo sabían, nosotros lo sabíamos. ¿Qué nerd no viene de serie con detector de nerds? Sólo un mes después, ya éramos 100 pardos diabólicos, todos bajo mi tutela, todos con pensamiento e ideas propias pero sin cuestionar un ápice mi supremacía. Estábamos listos para el asalto, ávidos de venganza y poder. Teníamos un plan.

Debatimos largamente cuál debía ser la estrategia (finjo ser un líder condescendiente) pero finalmente hicimos lo que se me puso a mí en la punta del rabo. Tener a nuestros enemigos encerrados en sus casas y mi experiencia previa como vendedor de mantas zamoranas a puerta fría me dio una idea deslumbrante. Mi comando se repartiría por todo el barrio, de uno en uno, vestidos con traje y corbata y con una carpeta bajo el brazo. Nada más. Llamarían casa por casa, hasta conseguir introducirse en ellas. Fue extremadamente fácil, nuestro enemigo se hallaba extremadamente débil, habíamos hecho un buen trabajo previo. La excusa para entrar no era otra que la salvación, la solución a sus males, lo de siempre. Una vez dentro, mis secuaces les explicaban el proyecto que habíamos ideado para ellos: Todos y cada uno de ellos iban a participar en una película de género pornográfico. En diferentes roles, lógicamente. La gente entre 18 y 50 serían actores. Los ancianos no (no estamos tan locos), los ancianos serían mano de obra gratuita, esclavos que servirían para acarrear con los focos, las cámaras, etc. Y los niños tampoco actuarían (no queríamos problemas con la ley), los niños serían el equipo técnico: director de fotografía, director de arte, técnicos de sonido… ¿Y el director? Seguramente pensáis que sería yo, ya que era el creador de tan mastodóntico proyecto. Una vez más, os equivocáis. Eso sería demasiado previsible y no tan estúpido como parece. El director no sería otro que el ganador del Óscar a la mejor película extranjera en 1982: Don José Luis Garci. Íbamos a hacer un «peli de Garci» pero de follar. El proyecto de los proyectos. El antes y el después de un cine español languideciente, anquilosado en sus deleznables vicios de corrección política. Ahora faltaba convencer a Garci. Y rodar el falso documental de todo el proceso para incluirlo como easter egg en la edición especial en Blu-Ray de mi obra maestra. De esa, en apariencia, más complicada tarea, me ocuparía yo personalmente…

SUPER RETARDED DOG II (Me abrazaría a un perro subnormal)

La demostración de Pipi había sido tan espectacular que mi vida no volvió a ser la misma. Las niñas, que hasta entonces no conocían mi nombre, ahora lo pronunciaban con lujuria. Los niños, me envidiaban y me temían, sobre todo cuando iba con Pipi… Lógico, nadie quiere que su pene decrezca. Pipi seguía demostrando ese superpoder, aunque ya sólo con los perros que se le acercaban con intenciones amatorias. Si el perrete en cuestión era de una raza muy pequeña, se lo aumentaba y si era de una raza muy grande, se lo reducía. Fue gracioso ver a la pequeña Pipi yaciendo en un lecho de césped con un mastín de lo más viril. También debía poseer el superpoder de la esterilidad, porque todos los días se ventilaba a dos o tres canes y jamás preñó. ¿Y yo qué hacía mientras? Pues mirar, a ver qué voy a hacer. ¿A quién no le gusta el porno? Yo aprendí a follar mirando a los perros. Y sigo convencido de que ellos lo hacen mejor que los humanos: Sus movimientos son más dinámicos, más sexys, más honestos si cabe. Y además no se besan porque no pueden o porque no quieren, así que se ahorran ese absurdo trámite.

Así que, en mi vida adulta, he intentado imitarles cada rara vez que he estado con una hembra. Imito su postura, su movimiento frenético de pelvis, sus gestos. Estoy seguro de que las chatis lo flipan y no están preparadas para soportar tanto placer, porque nunca he hecho el amor dos veces a la misma mujer. Volviendo a Pipi, yo estaba convencido de que debía tener algún poder secreto y que sólo era cuestión de tiempo que acabara con el hambre en el mundo o eliminara de todas las mujeres la necesidad fisiológica de defecar. Pero ella seguía con su actitud de perro retrasado, mirando al vacío con melancolía y pocas luces. Yo había aprendido a aceptarla tal y como era y a dejar que ella decidiera, así siempre salía todo mejor. Los únicos conflictos surgían con el repugnante hermano mayor de mi abuela, conocido vulgarmente en la familia como “El Tío Busagre”. Este ser, además de odiar a los perros, venía a casa todos los martes a ponerse como un cerdo a zampar a costa de mis padres, y todo por pura racanería, porque tenía más de 50 millones de pesetas en el banco, que un día mi padre le vio la cartilla. A pesar de esta fortuna, el Tío Busagre mezclaba el fairy con agua. El último producto de limpieza que había comprado era preconstitucional. Un martes de esos me pidió un vaso de coca-cola.
TÍO BUSAGRE: Tú niño, tráeme un vaso de coca-cola, que he visto que tenéis en la nevera.
GAFAS QUE ME ESTAFAS: De acuerdo, Tío Busagre
TÍO BUSAGRE: ¿Qué me has llamado?
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Tío Busagre, es como te llama mi padre.
TÍO BUSAGRE: ¿Ah sí? Se va a enterar tu padre…
Le traigo la coca-cola.
TÍO BUSAGRE: ¿La has mezclado con agua?
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Ehhh… no.
TÍO BUSAGRE: ¿¡ESTÁS LOCO!? ¡¿QUIERES ARRUINAR A TU FAMILIA!?
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Pues aquí nos la bebemos así, está más rica.
TÍO BUSAGRE: Así os va, que no tenéis un duro…
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Pues mi padre dice que te vas a morir con todo el dinero en el banco y que eres gilipolllas porque no lo has disfrutado y lo vamos a heredar nosotros.
TÍO BUSAGRE: ¿Ah sí? ¿Eso dice tu padre? ¿Y qué más dice?
Y la voz que dobla a Meryl Streep dijo a nuestra espalda:
VOZ QUE DOBLA A MERYL STREEP: Dice que hueles mal.
Nos dimos la vuelta y ahí estaba Pipi, esperando una respuesta. Yo acababa de ver “Memorias de África” y reconocí la voz de inmediato, pero no era el momento de hablar de eso. El Tío Busagre sólo vio que un perro le estaba hablando e intentó hacerse el duro, pero muy tranquilo no estaba.
TÍO BUSAGRE: Perdona perrita, ¿Me lo puedes repetir?
PIPI: Sí, sin ningún problema: El padre de este niño dice que hueles mal y todos estamos de acuerdo, especialmente yo, que, como canis lupus familiaris que soy, tengo de 200 a 300 millones de células olfativas. Así que no estaría de más que, por respeto a los demás, dejarás de mezclar con agua, al menos, el gel.
TÍO BUSAGRE: ¿Y va a venir a mí una perra de mierda a decirme lo que tengo que hacer con mi vida?
PIPI: Tú lo has dicho patán. Vas a hacer lo que yo te ordene.
Y el Tío Busagre se levantó del sofá, se metió en la ducha y se lavó con gel sin mezclar con agua, se bebió un vaso de coca-cola sin mezclar con agua y lavó el vaso con un fairy más puro que la cocaína que mascan en Perú. Se acercó a nosotros y dijo:
TÍO BUSAGRE: Nunca más voy a venir a gorronear y voy a disfrutar mucho más de la vida. He aprendido la lección y te pido disculpas sobrino, eres un niño maravilloso.
Tío Busagre se fue. Jamás volvimos a verle. A nadie le importó. Yo me quedé mirando a Pipi con cierta reprobación.
PIPI: ¿Qué?
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Joder Pipi, resulta que hablas y no me habías dicho nada. Además doblas a Meryl Streep, es muy fuerte.
PIPI: Jajajaja
GAFAS QUE ME ESTAFAS: ¡No te rías vale! Acojona un poco ver a un perro reírse, puede que me traumatice en el futuro…
PIPI: Es que no doblo a Meryl Streep, lo que ocurre es que puedo adoptar bastantes voces, pero todas de mujeres rubias famosas de mediana edad.
Y esto último ya lo dijo con la voz de Julia Otero.
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Joder, Pipi, eso es una movida muy tocha, pero lo es aún más el que puedas hacer que la gente haga lo que les ordenes ¡Podemos acabar con el hambre en el mundo si aleccionamos a los principales mandatarios mundiales!
PIPI: Joder, eres un poco repipi y un poco ñoño, niño… ¿No prefieres ligarte a las Mamachicho?
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Ummm, ¿también puedes hacer eso? ¿Y qué más puedes hacer?
PIPI: Algunas cosas más, pero no las sabrás hasta el tercer y último post de SUPER RETARDED DOG.
GAFAS QUE ME ESTAFAS: Joder, pues vaya mierda, no sé si podré soportarlo.

The Total Religion III (EL GOLPE DE LA PEQUEÑA CHINA)

Cuando me llevé a fiftisent en brazos estaba tan cegado por el amor, tan atravesado por las flechas de una suerte de Cupido de ojos rasgados, que sencillamente estaba gilipollas y no me di cuenta de que la tienda se quedaba abierta y vacía. Vacía de dependientes, porque vacía de productos se quedó sólo media hora después. El pillaje en Usera es una práctica no ya común, sino generalizada. Por ejemplo: Si algún día sufrís un desmayo en un barrio cualquiera, 8 de cada 10 personas os ignorarán y las otras 2 os prestarán auxilio. Si os desmayáis en Usera y da la puta casualidad de que pasan por allí 10 personas, 4 de ellas os sujetarán por las extremidades, 2 os vaciarán los bolsillos, 2 os quitarán toda la ropa y otras 2 presenciarán la escena y aplaudirán al final.

Como decía, la tienda de mi nueva novia era un caramelo, comenzaron a robarla el Dioni y el resto de componentes de Camela, pero acabó uniéndose a la fiesta el 25% del barrio aproximadamente. Hasta que llegó el Waterparties de turno, Said Gazani A.K.A. «La gran esperanza moruna», un boxeador marroquí nacionalizado español y afincado en la zona noble de Usera. Si algo detestaba Said era el robo, tanto que defendía con vehemencia que el castigo justo por robar era cortarle la mano al ladrón. Cuando llegó a la tienda y vio lo que estaba pasando se convirtió de pronto en algo que da mucho miedo a cualquiera que no sea un temerario: un árabe muscoloso y furioso. Como no llevaba una cimitarra encima, se lió a hostia limpia con todos los saqueadores, qué fueron cayendo al suelo noqueados en el primer asalto. Salió a la calle con los nudillos ensangrentados y descubrió a tres gitanos cagando y a otros tres cargando lo que habían hurtado en su furgoneta mientras tarareaban «cuando zarpa el amor«, casualmente la canción favorita de Said «¡Camela! ¡Qué bueno amigo!». Así que al final fueron los únicos que salvaron el culo, cómo odio a los putos famosos. Dioni y Said se hicieron colegas y así conseguimos a nuestro musulmán. Esto fue lo que ocurrió en la primera reunión de los cuatro apóstoles de la superreligión, en mi puta casa:

JUDÍO: Hoy es un día fundamental en la historia de la humanidad, es el punto de inflexión para un mundo mejor, donde todos nos uniremos…

MUSULMÁN: ¿Tú eres judío?

JUDÍO: Sí, claro.

MUSULMÁN: ¡Pues te voy a joder vivo hijo de puta! ¡¡Mira lo que estáis haciendo al pueblo palestino, te voy a quitar las ganas de vivir!!

JUDÍO: ¡No, no! ¡Que no soy judío! Lo que pasa que aquí en el barrio no había y alguien tenía que hacerlo… Vamos a tener buen ambiente por favor.

CRISTIANO: ¿Y la chinorris ésta tan graciosa qué es?

JUDÍO: Es mi novia. Y es budista.

CRISTIANO: ¿Y cómo sabes que es eso? Si no habla nada chacho. A ver si va ser mongólica…

MUSULMÁN: A mí no me gustan los budistas ni tampoco las chinas.

CRISTIANO: Pues esta no te quita ojo.

BUDISTA se acercó a MUSULMÁN, le tocó el bíceps con una mano y con la otra señalo a JUDÍO con un claro gesto de: “Quiero que tú también tengas esto”. CRISTIANO se rió a mandíbula batiente.

CRISTIANO: ¡Te la va a levantar compadre!

MUSULMÁN: Me voy a comer dos kilos de pollo. Adiós.

JUDÍO: ¡Aún no hemos hablado de nada! ¡No te puedes ir!

MUSULMÁN: A mí un judío no me da órdenes.

MUSULMÁN se fue. CRISTIANO se quedó dormido. BUDISTA le siguió hasta la puerta y le miró marchar mientras suspiraba con aire melancólico. JUDÍO se sintió terriblemente acomplejado y decidió apuntarse al gimnasio.

No quise concretar otra reunión hasta no haber cogido el suficiente músculo como para al menos igualar a Said. Me apunté al mejor gimnasio del barrio, el Tonio’s y allí me pasaba 10 horas al día machacándome, pinchándome unos líquidos y comiéndome unas pastillas que me habían recetado el señor Tonio’s, que me dijo que también era médico. A los tres meses estaba hecho un mulo, como Said o más. Respecto a lo de usar el cerebro, no me daba tiempo y mi cerebro pareció menguar al mismo ritmo que mis testículos. Mis frases cada vez eran más cortas y generalmente no eran más que berridos y/o gruñidos. Un día, para hacer pesas, puse el Animals de Pink Floyd, que era mi grupo favorito… No entendía nada, era como si nunca hubiera escuchado esa música tan compleja. Y no me era indiferente, me disgustaba, me hacía tremendamente infeliz. Algo llamado espíritu de supervivencia me impulsó a la radio y sintonizar el 93.9, los 40 principales, desde donde (para mi goce) comenzó a brotar la mismísima B.S.O. del paraíso, como si la voz de Dios saliera por la boca de un delincuente portorriqueño y nos dijera a todos, perreo pa los nenes, perreo pa las nenas, palabra de Dios. Mi pequeña Fiftisent estaba tan encantada con mi evolución física que no le importaba en absoluto mi involución intelectual. Incluso me pareció que ella también disfrutaba con el reggaetón, cosa que de hecho comprobé poco después. Llegó la hora de nuestra siguiente reunión, esta vez elegí el Hiper Usera primigenio, allí podría enfrentarme a MUSULMÁN en terreno neutral, con lo que el supermercado de los supermercados, el orgullo de todo userero que se precie de serlo, en este caso iba a ser una especie de franja de Gaza. Como todo en mi repugnante vida, nada salió como lo había previsto. No contaba con que MUSULMÁN iba a seguir musculándose compulsivamente durante ese tiempo, con lo que no me dio para alcanzarle, aún seguía siendo el doble que yo. Y me pareció que BUDISTA también reparó en ello, más que nada por lo que hipersalivaba, la hija de la gran puta.

MUSULMÁN: ¿Te has puesto fuerte amigo? JAJAJA

JUDÍO: Pues sí mucho, a mí novia le encanta.

BUDISTA se levantó y fue a tocar el músculo mucho más hinchado de MUSULMÁN.

CRISTIANO: No tienes nada que hacer compadre

MUSULMÁN: Mira, no me gustan las chinas, pero como eres judío te la voy a quitar, como vosotros nos robasteis Palestina.

MUSULMÁN cogió en brazos a BUDISTA, que no se inmutó, CRISTIANO miró a JUDÍO para ver si hacía algo. JUDIO estaba paralizado por el miedo, pero justo cuando estaban a punto de salir por la salida sin compra, acertó a decir.

JUDIO: El robo es una de las cosas que más puede detestar un musulmán de verdad.

MUSULMÁN se frenó en seco y se dio la vuelta con mirada amenazante.

JUDÍO: Piénsalo bien, a lo mejor por robarme a mi novia no te llevas las 72 vírgenes que te esperan en el paraíso. ¿Te va a compensar?

MUSULMÁN dudó unos segundos, pero dejó a BUDISTA en el suelo y se dirigió a JUDÍO, que echó a correr por todo el Hiper Usera, aunque después de esquivar diversas señoras, carritos y reponedores, acabó con la cabeza hundida en la sección de congelados, mientras acertó a oir la voz de su amada BUDISTA diciéndole a MUSULMÁN un nuevo concepto que había aprendido “Dale papi que estoy suelta como gabete”. Se fueron y allí quedó insertado JUDÍO, como un producto más, para regocijo de un público ávido de experiencias que alterasen su puta rutina de mierda. CRISTIANO, ya otra vez el Dioni, fue a socorrer a JUDÍO,ya de nuevo YO, sacándome de allí y llevándome a casa. Estaba muy afectado, más que por el dolor físico por el dolor emocional que suponía la pérdida de mi pequeña Fiftisent y el fracaso de la superreligión. El Dioni se quedó conmigo y me prestó un hombro sobre el que llorar. Gracias al olor del Dioni, mezcla de laca, sudor fuerte y hachís, me fui abandonando a la relajación, después sobándome mazo deeply y finalmente soñando esto: Es de noche, y estoy a cuatro patas, justo en medio de una autopista de cuatro carriles,con muchísimos coches pasando a toda velocidad en ambas direcciones. No puedo moverme ni un milímetro porque me atropellarían en una milésima. Estoy muy asustado y pienso que puedo ser un perro al que han abandonado, aunque al mirarme los brazos y después el resto del cuerpo, compruebo que soy un hombre. Me aterroriza pensar que estoy atrapado, que nunca podré moverme para salir de allí. Sólo puedo pensar, así que pienso que ya que no puedo moverme se me haya concedido al menos la capacidad de mover las cosas. Lo intento y funciona, con un gran esfuerzo de concentración consigo cambiar la velocidad de los coches, descendiéndola paulatinamente hasta casi detenerlos. Esa velocidad ya me permitía salir de allí sin riesgo, y al pasar al lado de los coches, me fijo en que no son conducidos por personas, sino por perros, los perros son ellos y no yo,todos los conductores son perros malhumorados, desquiciados por el tráfico en una actitud típicamente humana. Uno de ellos, un chucho común más bien grandote se da cuenta de mi presencia y súbitamente aumenta su velocidad, sale del coche y se dirige a mí mientras agarra una pistola con su pata. Sin darme tiempo a reaccionar, me la pone en la sien y amenaza con apretar el gatillo apoyándose en gestos de tipo duro perruno. Lloro muchísimo y me hago pis. No quiero morir así, no quiero que me mate un perro antropomórfico. Y por suerte no aprieta el gatillo, pero me acerca sus fauces a la cara y me grita, en perfecto castellano “¿Sabes quién eres?” y yo “Creo que sí” y el perro me dice: «No, no lo sabes… eres Hitler» y acojonadísimo le digo: “Y una polla, ni de palo” y me dice: “ Mírate en mis ojos”. Y madre mía de mi vida, que sí que lo soy, que soy Hitler, qué chunguerío más grande. Y el can ahora me dice: “¿Conoces la expresión “perro judío”?, pues eso es lo que somos todos nosotros” Y entonces comienzan a salir todos los perros de todos los coches y se dirigen a mí, acosándome, me van a matar entre todos y entonces me despierto. Qué mal, aunque ya todo ha pasado. Bueno, no, la realidad siempre es peor: El Dioni no está, también me ha abandonado. Y no sólo eso, se había llevado todas mis pertenencias. También me dolía y me sangraba un poco el ano, pero de eso prefiero no hablar. En ese momento, para no sufrir demasiado, me centré en el significado del sueño y saqué unas cuantas conclusiones 1) Con los judíos mejor, pocas bromas. 2) Los perros… mejor que muchas personas. 3) La superreligión podría haber sido un fracaso, pero porque estaba mal concebida desde el principio, lo que había que hacer era darle todo el poder a los perros y rendirnos definitivamente. De hecho creo que su reinado ya ha comenzado:

TONTO EL QUE LO LEA (CAPÍTULO 3: LA BATALLA DE LAS PAREIDOLIAS)

Atrapado en casa, aún con mi tatuaje de “tonto el que lo lea” y ya sin un solo euro, tres únicas actividades colmaban mi tiempo:
1) Releer una y otra vez mis pasajes favoritos de un Marca del 88, la única lectura que poseo.
2) Reorganizar mi colección de sellos y monedas mientras me casco unas buenas pajas (no hay estimulación gayolacea tan sofisticada como la que te proporciona la filatelia y la numismática)
3) Comer arroz blanco con kétchup.

La gente me decía por el Skype “Óscar, te veo regular” y yo les respondía “Pues ven a dejarme dinero, hij@ de la gran puta”. Y colgaban. Después de darle muchas vueltas, llegué a la conclusión de que la única salida que me quedaba para evitar el suicidio o la inanición tenía nombre y apellidos: Iker Jiménez. Le escribí esta misiva electrónica:
“Hola Iker, mira que movida más tocha me ha pasado tron, estoy tranquilamente en mi casa el otro día sobando y cuando me levanto resulta que me ha escrito un espíritu esto en to la camocha

Y me digo a mi mismo: “¡Pues menudo jari ¿qué no? Se lo voy a enviar a la nave del misterio” Y nada, pos eso estoy haciendo, ser honesto contigo y pedirte por favor que me lleves a tu programa a explicar lo sucedido y me des 300.000 pesetas en efectivo (o su equivalente en euros que ya me importa todo una mierda) Un beso

Contra todo pronóstico, Iker me contestó esto:
“Hola Óscar, en primer lugar muchas gracias por ponerte en contacto con nuestro programa. Me ha gustado mucho tu tatuaje en la frente y te prometo que yo te creo, pero uno de nuestros ancianos colaboradores, un viejo de mierda de estos que traigo para que vocifere, no se lo traga (tu montaje digo, el esperma sí). Dice que podrías habértelo escrito tú mismo y yo me enfado con él, te lo juro, pero es que tiene mucho poder en la cadena y como él no se lo crea no hay nada que hacer. Mándame otra cosa un poco más elaborada a ver si cuela xD”

Después de estar otra semana comiéndome el tarro, volví a escribir a Ikercito del amor:
“Hola Ikercito del amor, en primer lugar muchas gracias por tus palabras de aliento y tus consejos, eres un tío legal (Y bastante atractivo, si fuera gay no te iba a faltar de nada. Bueno, dinero sí). Pues tengo otra cosa superguay, y esto creo que ya no lo vais a poder rechazar ni tú, ni el viejo, ni la rubia repugnante esa, la caja registradora que tienes por mujer… jejeje, es broma  Pues mira el espíritu lo que ha hecho ahora:

Le han crecido unos piececitos al radiador ¡Casi nada! Por si esto no fuera lo suficientemente espeluznante, me persigue y me habla sin parar, no me deja un momento de respiro. Tiene acento gallego y es de carácter fuerte. No lo he podido grabar en video porque como comprenderás no estoy todo el día con la cámara del móvil encendida, que se me gasta la batería. Si quieres que lo grabe, deberías mandarme un equipo de estos de cámara oculta o mejor aún, darme el dinero para que me lo instale yo, he visto uno que vale 300.000 pesetas. Espero que después de esta carta, moles aún más. Dame un beso y saldrá el sol.”

E Iker volvió a responderme:
“Querido Óscar, por la amistad que nos une, te ruego que no descalifiques a mi querida esposa. Es evidente que su dentadura es intimidante como la de un tiburón (sus mamadas acojonan mucho más que “Cuarto Milenio”) pero, y permitiéndome la licencia de utilizar tu vulgar jerga, mi pava mola mil y es mazo misteriosa. Respecto a la foto que me has enviado del radiador te digo claramente que acojona mogollón y que yo me lo creo porque I want to believe, pero que no pasa el corte del señor mayor, primero porque no es un video (así de cuadriculados somos en la tele) y segundo porque dice que eso es una pareidolia como una catedral. Grábalo en acción y las 300.000 pesetas son tuyas. Suerte”

Tras unos días sin comer, mi vecina la Juani me dio un cacho pan, recuperé las fuerzas y le mandé esto a mi mejor amigo Iker:
“Iker, eres mi mejor amigo, perdona por lo de tu mujer, no quería ofenderte, pero es que creo que mereces mucho más, yo a esa tía no la tocaría ni con un palo. Bueno, al grano, dile al viejales que se vea esto:

¡¿Ahora qué?! ¿Eh? Ahora supongo que se callará la puta boca. Espero que esto se resuelva pronto porque mi paciencia se está agotando e igual cojo el cesto de las chufas, me presento allí y os reviento el programa en directo. Ah y pareidolia lo será tu puta madre. Te quiero muchísimo”

Iker respondió de inmediato:
“Hola Óscar, no te enfades conmigo, recuerda que soy atractivo y carismático. Sobre lo que dices de pareidolia mi puta madre, te has equivocado, porque Pareiodolia es el nombre de mi hija, nació en Barcelona por casualidad y nos sonaba muy catalán, intenta decirlo con acento catalán, ya verás: Pareidolia. La culpa de que esto no vaya para adelante es de mi entorno, lamento mucho decirte que necesito que en el video se vea que el radiador se mueve. Un video es imagen en movimiento. Mi mujer lo ha visto y dice que seguro que eres tú poniendo acento gallego. Dice que lo imitas fatal, por cierto. Pero yo no la creo, yo te creo a ti, misterioso y desconocido amigo”

El mismo día le envié mi última apuesta, o aceptaba esto o era el final para mí:
“Hola Iker, echa un vistazo a esto:

Me parece que ya te habrás quedado sin argumentos para cortarme el rollo… Esto cumple todos los requisitos: Es un vídeo, se mueve, es misterioso y es espeluznante, así que no me jodas más. Por si esto no bastara me he enterado de dos cositas:
1) Te comes los yogures con tenedor, me lo ha dicho un chaval de unos 16 años que te conoce.
2) La tienes pequeña, me lo ha dicho un chaval de unos 16 años que te conoce.
Si no recibo las 300000 pesetas entre mañana y pasao, voy a ir a los pogramas rosas a desacreditarte sin la más mínima piedad. Que conste que me sigues cayendo bien, pero la necesidad es así de puta. Besos en tu boca”

Al día siguiente había 1800 euros en mi cuenta y un día después, tras mis nuevas quejas y amenazas, 3 euros y 4 centimos más. Esto fue hace dos años, exactamente el tiempo que llevo sin trabajar, viviendo de las rentas. Lo más curioso es que aún no han emitido el video, eso sí que es un misterio para mí.

DESPLAZAR COSAS CON EL ANO ES FÁCIL SI SABES CÓMO


Mediados de los 90. La época de la generación X. En esta época dos frases marcaron mi adolescencia. Una la escuché en la película “Seven”, Kevin Spacey decía sabiamente: “La vaca muge y el cerdo grunge”. La otra fue en “Historias del Kronen”, donde Juan Diego Botto decía: “Quien va a mear y no pee es como quien va a la escuela y no lee”
Demasiadas señales de desaliento para un adolescente que se emocionaba con las canciones de Rebeca, porque no era precisamente “Duro de pelar” y estaba “Loco por amar”. Decir esto en voz alta en los 90 en Usera (error que cometí) suponía no follar en toda la década.
Así que, a falta de amor, recurrí a la droga, que estaba everywhere: En las películas, en las canciones, pero sobre todo en casa de “El Sousio”, la persona que yo conocía que más droga había consumido y de ahí en adelante, mi mejor amigo. Un día fui a su casa y cuando le pregunté que plan tenía para esa noche me dijo: “2 bicicletas doble gota, 4 rulas mazo jamarosillas y pollo y medio de pichu de manzana”.
Unas horas después el Sousio y yo estábamos envueltos en una espiral anal sin precedentes. No es que nos estuviéramos “analizando” mutuamente, era algo mucho más complejo y algo menos homosexual. En los 90, si querías que alguien hiciera algo, bastaba con que pronunciaras las palabras mágicas: “no hay huevos”. Y yo le dije al Sousio: “no hay huevos a meterte esta cassette doble de Smashing Pumpkins por el culo” Y el Sousio dijo “¡¿qué no?!”, se levantó como un resorte y poseído por la ingente cantidad de droga que llevaba en su organismo, se metió el cassette sin pestañear. Después me retó con la escobilla del váter. Acepté y superé el reto. Le reté con la Santa Biblia y el muy cafre se la metió en la puerta de la iglesia de la Fuensanta, con el padre Félix de espectador de excepción, protestando ligeramente al principio y mirando con interés y en silencio el culo al Sousio al final. Luego fui retado a introducirme en el ojete un enorme perchero de pie y desplazarlo por todo el parque y yo me hice el machito y lo arrastré 20 metros, ante el júbilo popular del público que allí se hallaba (los yonkis, sus madres y los perros de las madres de los yonkis). Después fuimos al mejor garito del barrio, el Kalikate, la creme de la creme. Miré al Sousio a los ojos y le dije “el extintor” y ahí ya se achantó: “Qué dices tron, que aquí para mi viejo y como entre y me pille con un extintor metido en el bullate, me suelta una galla que lo flipo en technicolor” y yo le dije “¿No será que te acobardas por el grosor? A mí me parece que lo que pasa es que no hay huevos” “¡¿qué no?!”. Y aquí nos interrumpió la única chica que había en el Kalikate, la típica chica que era un aprobado raspado, a la que todos los chicos nos tiraríamos sin dudarlo, pero también sin contarlo. Era conocida en el barrio como “Nota de corte”, y nos llamó para que fuéramos a hablar con ella y de paso proponernos un nuevo reto: “¿No deberíais utilizar esta habilidad anal vuestra para algo más práctico?” “¿Cómo qué? ¿Traficar con drogas? Eso ya lo hago” dijo el Sousio. Y Nota de corte nos explico su plan: “No, para robar cosas muy valiosas. Hay un vacío legal en lo que a hurto anal se refiere, así que sustraer una cosa con el culo no es ilegal, es alegal” “¿Sí o qué?” dijo el Sousio “Eso es mentira” dije yo. “Os lo juro por mi madre” dijo Nota de corte. “Ah entonces yo me lo creo” dijo el Sousio “Bueno, pues entonces yo también, odio estar en minoría” dije yo. Y Nota de corte dijo: “Muy bien, pues ahora vais a hacer lo que yo diga, vamos a montar en mi coche, vamos a ir a Santiago de Compostela, vamos a llegar a la catedral, vais a entrar los dos mientras yo os espero en el coche, os vais a meter el Códice Calixtino en el culo y vais a salir rápidamente de allí. Luego repartiremos beneficios entre los tres” Un plan maestro, así que aceptamos. El problema es que cuando llegamos allí ya no nos quedaba droga y estábamos de bajona. Entramos en la catedral y le preguntamos a un cura que donde estaba el Códice ese, que nos lo queríamos meter en el culo y llevárnoslo por las buenas, pero nos dijo que era imposible, que en ese mismo momento el Arzobispo se lo estaba metiendo en el culo a otro adolescente. ¿El códice? Pregunté yo “Hombre, no va ser la polla, ¿qué insinúas muchacho?” dijo el cura. “Es que como los curas tenéis fama de pederastas, pues por eso lo dirá el Ogcar” dijo el Sousio. “Tú calla, Sousio, lo siento padre, disculpe a mi insensato amigo, ¿Podríamos ser los siguientes en probar las excelencias del códice en nuestro ano?” “Hay lista de espera hasta 2012” “Ah, pues muy bien, apúntenos”.
En este 2012, año del Señor, yo ya he conseguido desintoxicarme de este vicio insano, así que el Sousio fue solo a Santiago, se dejó sodomizar por el Arzobispo con el Códice y se lo llevó puesto, aunque luego lo han encontrado y está en la cárcel. Dicen que el Códice está intacto, en perfecto estado. Puede ser, pero seguro que huele a ojete.

EL AGENTE M.S. VERSUS P.G.J.S

31 de Diciembre de 1983

Sólo tengo cinco años, pero en mi barrio soy el único que sabe que, tal y como anticipó Orwell, el año que nos espera supone un antes y un después en cuanto a la imposición de sutiles mecanismos de control por parte del poder. Tomarán diversas formas, todas ellas ocultas y prácticamente no nos dejarán a solas ni para mear. El burdo vulgo de mi barrio (todos menos yo) ignora totalmente este asunto, está demasiado ocupado devorando, tal y como anticipó Huxley, su dosis de soma (en mi barrio lo llamaban jaco) u otras formas de droga, como la programación navideña, como ese especial televisivo de Nochevieja de Conchita Velasco, «Viva 84».

Son las 20:30 horas. Noche cerrada. Frío seco. Decoración navideña por doquiera. A mis cinco años, en un barrio infestado de macarras y cumpliendo las ordenes de mis progenitores, me dirijo a la tienda de ultramarinos, donde debo realizar las compras de última hora de esa farsa conocida vulgarmente como «Cena de Nochevieja».

Para mí no será una misión cualquiera, será la oportunidad de reencontrarme de nuevo con «alguien» sobre el que tengo sospechas más que fundadas. Ese «alguien» es el agente MS, un espécimen que se oculta bajo la forma de un apuesto simio, que tiene el torso desnudo y sólo viste un calzón rosa.
Su cometido es entregar palomitas a cualquiera que le inserte 50 pesetas en la ranura y su mirada, aparentemente sin vida, anota todas nuestras acciones e informa de ellas a las autoridades. Bajo la forma de ese mero artefacto, tras esa falsa apariencia, laten los poderosos tentáculos de papá estado. Soy consciente de que mis vecinos me tildarían de conspiranoico si conocieran el significado de esa palabra, yo prefería definirme simplemente con las siglas P.G.J.S. (Pequeño Gafotas Jodidamente Sabio).
Eran ya las 20:40 y la tienda estaba cerrada, pero el mono seguía, sin cesar y en bucle, declamando estas bellas palabras:

UHHHH – ¿QUIÉN ES? – SOY YO, EL MONO – HABLA CONMIGO- A VER SI PUEDES ADIVINAR – SOY UN MONO SINVERGÜENZA – QUIERO SER COMO TÚ

Tras esta suerte de neolengua se escondía un mensaje cifrado esperando a ser interpretado. Entonces comprendí que yo era el elegido, que regresar a mi casa a comer cordero y langostinos debía pasar a un plano harto secundario. Mi misión no era otra que dar con las claves de este complejo asunto y ésta fue la secuencia temporal y el resultado de mis pesquisas:

20:31 UHHH – ¿QUIÉN ES? – SOY YO, EL MONO = Mera presentación, búsqueda desesperada de un interlocutor.

21:03 HABLA CONMIGO = Hasta el advenimiento de P.G.J.S., nadie lo había hecho.

22:11 A VER SI PUEDES ADIVINAR = Sí que puedo, eres un agente secreto del gobierno, un policía del pensamiento.

23:30 SOY UN MONO SINVERGÜENZA = El agente M.S. no es feliz con el cometido que desempeña, la conciencia le está jugando una mala pasada.

00:00 QUIERO SER COMO TÚ = ¡Al fin lo entendí! El agente M.S. harto ya de la corrupción del sistema, prefiere ser como yo, prefiere ser vigilado a ser vigilante.

Ante tal llamada de auxilio, no pude más que apiadarme de ese pobre simio hastiado de su terrible responsabilidad. Debía liberarlo cuanto antes y, tras desenchufarlo, intenté sacarlo de su prisión metálica. Con mis manos no fue suficiente y cogí palos. Con los palos no fue suficiente y cogí piedras. Con las piedras no fue suficiente e intenté arrancar una farola, pero entonces alguien me interceptó por detras, me alzó en brazos con suma facilidad y comenzó a golpearme el trasero con la mano abierta. No podía ver la cara de ese vil cobarde, pero, por sus rudas palabras (YA NOS HA JODIDO LAS UVAS EL PUTO NIÑO DE LOS COJONES) y por el fuerte olor a taberna que desprendía, deduje que se trataba de mi propio padre.
Me llevó a casa y fui coaccionado por toda la familia a revelar lo sucedido. Ante una noticia de tal magnitud, mi familia reaccionó a la altura de lo que esperaba de ellos y decidieron matricularme en un colegio de educación especial, pero ésa es otra historia. La historia que nos ocupa terminó al día siguiente, cuando comprobé que cualquier rastro del agente M.S. había desaparecido por completo. Seguramente ustedes no pensarán que fue retirado de su cometido por las autoridades para que no siguiera revelando secretos. Seguramente ustedes pensarán que todo fue pura casualidad. Mejor para ustedes, sigan disfrutando de la programación navideña.

LENGUA MATERNA


La lengua, qué duda cabe, es la piedra angular de cualquier civilización que se precie de serlo. Nos jactamos de tener una lengua como el castellano, estamos orgullosos de que sea difícil de aprender, nos reímos de los chinos por ello. Yo concretamente, era el primero en hacerlo, hasta que en uno de mis innumerables e intrépidos viajes a lo largo y ancho de la Plaza Elíptica, descubrí cuál es realmente mi lengua materna. ¿Cómo ocurrió? El Canelo, un amigo de mi papá, me ofreció un caramelo en el parque. Lo acepté gustoso y a los tres segundos de metérmelo en la boca, caí fulminado al césped. El canelo me hurtó las bambas, pero no me importó, porque ya nada tenía verdadera importancia. Cerré los ojos y vi un tucán. Abrí los ojos y vi un tucán en Usera, un tucán que llevaba una camisa blanca con chorreras. Estaba muy elegante, no os voy a engañar, era la clase hecha pájaro. Con su picazo imperial y sus maneras de heartbreaker, me tenía a su merced. Abrió el pico y aconteció la epifanía: No dijo pío pío, ni cantó. Me habló. Y no me habló en castellano. Me habló en xhosa. Un lenguaje que hablan 7,9 millones de sudafricanos, un tucán y, desde ese momento, un tipo de Usera al que habían drogado para robarle su calzado de 500 pesetas. Entendí perfectamente lo que me dijo y le respondí sin la más mínima dificultad. Desde entonces olvidé el castellano y no puedo hablar con la gente en este maldito país, sólo me siento cómodo hablando con el tucán, y no me importa que cada vez que lo hago me cueste perder otras zapatillas. ¡Como cualquier ser humano, necesito comunicarme! Cuando apareció Google traductor, todo mejoró, pero yo solo quiero una cosa: Un vuelo de ida a Sudáfrica en clase business para mí, para el tucán y para el Canelo. Se admiten donaciones.